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Yaiza Perera | Madrid

Su mirada se perdía en un punto fijo mientras ocultaba con las manos su boca tratando de silenciar un grito de espanto, de terror. El rostro de Henry Terifay, el niño que ven en la imagen, saltó a las portadas de todo el mundo como reflejo de la conmoción por el asesinato de 26 personas, de ellas 20 pequeños de entre seis y siete años, en una escuela de primaria de Newtown (Connecticut, EEUU). Parte de los alumnos que sobrevivió al ataque de Adam Lanza en la segunda aula permaneció escondido en los armarios mientras los cuerpos inertes de su profesora y de sus compañeros yacían en el suelo, otros escucharon los tiros y los gritos en las paredes contiguas y todos, de una manera u otra, respiraron la angustia de un drama de estas dimensiones. ¿Cómo se puede ayudar a los niños a afrontar experiencias tan traumáticas? ¿Es posible evitar que les marquen el resto de sus vidas?

«La verdad, como siempre, está en el término medio. Pueden ser situaciones que las personas recuerden siempre, eso no significa que tengan un trauma, pero que con el tiempo ya no reexperimentan», explica Sara Bosch, experta en psicología de emergencias, atención a víctimas de terrorismo y trastornos postraumáticos. El objetivo de cualquier ayuda terapéutica es precisamente ése, no hacer que se olvide lo ocurrido «sino que se recuerden las circunstancias pasadas sin sentir esas emociones tan negativas, sin revivir emocionalmente la experiencia».

Para elaborar un manual de emergencias infantil tendríamos que pensar en el Príncipito y en su mensaje de que en la sencillez está el ser de las cosas

Sara Bosch, experta en trastornos postraumáticos.

Cuando los adultos tratan de ayudar a un niño que ha sufrido un trance de este tipo suelen cometer el error de pensar que viven las situaciones como ellos. «Nos ponemos en su lugar pero corremos el riesgo de ayudar a alguien desde nuestro propio estilo. Como no somos niños es como si tuviésemos un adulto en pequeñito y no es así, su cerebro no está en el mismo proceso que el nuestro, ni tienen las experiencias vitales o creencias que nosotros tenemos», asegura esta psicóloga, que ofreció su ayuda profesional a familiares y víctimas de uno de los accidentes más trágicos que han ocurrido en España y que se cobró en 2000 la vida de 22 menores mientras viajaban en un autocar escolar en Soria.

Para elaborar un manual de emergencias infantil «tendríamos que pensar en el Principito», recomienda recordando el mensaje del personaje de Antoine de Saint-Exúpery de que «en la sencillez está el ser de las cosas'».

Cuando un niño ha sido víctima o testigo de una realidad tan dramática como la que golpeó el pasado 14 de diciembre el colegio Sandy Hook lo primero que hay que hacer es «devolverle la percepción y el sentimiento de seguridad» porque han vivido una situación de inseguridad máxima. Las personas que deben atenderles deben ser sus padres, un familiar u otra persona que sea para ellos una figura de referencia. «Una persona desconocida, por mucho que sepa de psicología de emergencias o infantil, debe limitarse en esos momentos a darle asesoramiento a éstos», subraya Bosch, actualmente responsable del área psicológica de la Asociación Catalana de Víctimas de Terrorismo.

Los pequeños tienen que recibir mucho contacto físico -aunque no abrazarles fuertemente- y escuchar mensajes tranquilizadores para que conecten con la nueva realidad: «Ya estás a salvo»; «Ahora no pasa nada», «Todo está bien»… Hay que restaurar lo básico, que beba agua, que esté abrigado, y llevarles a un lugar seguro, alejarles de la percepción visual del escenario de la tragedia.

Y en esos primeros momentos no preguntar. Los padres sienten la necesidad lógica de saber cómo están, pero en los momentos posteriores a una experiencia traumática «ni los adultos ni los niños tenemos capacidad cerebral de hacer un discurso verbal. Es como si tienes una pierna rota y te dicen que tienes que correr», advierte.

«Ellos han salido físicamente de allí pero mentalmente no. Su mente sigue reproduciendo probablemente los primeros momentos del impacto aunque se hayan pasado cuatro horas aburridos. Pueden tener alterada la percepción del tiempo que han pasado allí, de lo que han hecho. Deben armar aún ese relato», explica en un intento de describir la confusión mental que pueden sufrir los pequeños. Los padres o familiares sí han de promover una actitud de escucha, con silencios y miradas atentas por si el niño siente la necesidad de hablar.

Los adultos, pese a la conmoción que posiblemente sientan por lo ocurrido y por muchas ganas que tengan de sobreprotegerles, deben tratar de evitarlo. Mostrarles afecto y amor, pero también, con sensibilidad, «reconocer sus capacidades» y tratarles como personas «capaces de tomar pequeñas decisiones» para reforzar su autonomía [preguntarles por ejemplo si quieren agua, pero no sostenerles el vaso]. Nunca hay que dejarles solos.

Espacios donde jugar

Un cartel invita a los niños a jugaren una escuela en Newtown. | Facebook/Save the Children

Para facilitar el cuidado de los pequeños en situaciones de emergencia como ésta o en caso de otro tipo de catástrofes, la ONG Save the Children abre habitualmente unos espacios seguros en colaboración con Cruz Roja e instituciones locales para ayudar a los niños a recuperar la sensación de seguridad y normalidad a través del juego y dar la oportunidad a los padres de recibir asesoramiento frente a la crisis con la garantía de que sus hijos son atendidos por profesionales cualificados [se comprueba que carecen de antecedentes y que tienen la formación necesaria para garantizar la protección de los menores].

Tras la tragedia de Newtown un grupo de voluntarios locales de la organización puso en marcha en apenas unas horas un área en el interior la escuela John Reed para atender a 200 niños y organizar actividades ‘terapéuticas’ que les dieron la oportunidad en esos momentos de crisis de «jugar, socializarse, aprender y expresarse», según explica Paul Myers, uno de los responsables del programa en Estados Unidos.

Si el niño sigue manifestando cambios en su conducta pasados tres meses desde esa experiencia traumática, se debe consultar a un especialista.

Allí los menores que necesitan más actividad pueden jugar al fútbol, los que requieren calma se refugian en las páginas de un libro y todos tienen la oportunidad de coger lápices de colores y reflejar en un papel la experiencia que han vivido. En casos de crisis, Save the Children suele ofrecer consejos psicosociales a la población en general y tras el múltiple asesinato en la escuela elaboró un décalogo para orientar los padres, pero el objetivo de los espacios seguros que crea no es ofrecer una terapia psicológica. No obstante, en el caso de incidentes «horribles» como el de Newtown se detectaron numerosos casos de niños y progenitores que requerían atención profesional, por lo que Save the children contactó con «colaboradores o con el Gobierno» para facilitársela, subraya Myers.

Cómo hablar de lo ocurrido

Pasados esos primeros momentos tras el shock, una vez restauradas esas necesidades básicas y situados en un lugar seguro, se puede empezar a hablar con el niño de lo ocurrido. «¿Qué tengo que decirle?, ¿cómo se lo digo?, le han preguntado en más de una ocasión los padres cuyos hijos han sido víctimas de una experiencia dramática. «¿Quién conoce mejor a tu hijo que tú?», les responde recordándoles sus propias capacidades para ayudarle. «No hay un manual», concluye, aunque sí ciertas pautas para abordar esa conversación, que nunca será «tan detallada y extensa como quisiera un adulto».

Primero hay que averiguar qué es lo que sabe el pequeño. «Normalmente sabemos más los que estamos fuera que los que están dentro y puede ser que necesite esa información, o puede que no». Es importante preguntarles «¿qué crees tú que ha pasado?» antes de darle datos que «puedan ser una sobredosis o no tengan capacidad para entender». En función de su respuesta «podemos seguir aportando pequeñas informaciones e incluso indicarle que si en cualquier momento quiere saber cualquier cosa pueden preguntarte», explica con detenimiento. Sí hay que ser «prudentes» con las afirmaciones que se realizan porque «en un estado así, cerebralmente somos muy hipnóticos y algunas frases, ideas, se pueden quedar grabadas de por vida».

Y ¿cómo se le puede explicar a un niño algo que ni siquiera un adulto comprende? «Una cosa es entender las situaciones y otra justificarlas. En un niño es más fácil porque saben que hay personas que tienen enfermedades de la mente y hace actos de locura desde esa enfermedad causando daño a personas sanas».

Cuando se trata de tender una mano a los pequeños que han sido testigos de una realidad tan dura como la de una masacre lo importante no es tanto «que nos explique qué ha pasado sino cómo lo ha hecho». Se debe reforzar su capacidades, su fortaleza («¡qué valiente has sido¡»), no sus vulnerabilidades». Que no se sienta juzgado, que «lo que ha hecho es normal, que es un niño normal y lo que no es normal es la circunstancia que ha vivido«.

Nunca hay que mentirles y si no sabemos algo, reconocerlo. Si nos preguntan «¿por qué este chico ha hecho esto?», podemos responder con sinceridad «no lo sé, puede ser que tenga alguna enfermedad en su mente, pero realmente, no lo sé». O, «¿qué va a pasar ahora?». «Pues no lo sé, pero qué crees tú que podemos hacer?»…

Y para que ese episodio trágico en su vida no quede grabado en su mente como una losa emocional, es indispensable que los niños, sencillamente, jueguen. Si uno de los alumnos de Sandy Hook le cuenta a sus padres con muñecos lo que ocurrió en el colegio o se tira en el suelo del comedor de su casa como lo hizo en el aula, su cerebro estará recreando esa experiencia traumática -con su postura corporal- pero en un entorno seguro, por lo que la vivencia será distinta y así será cómo se le quedará. «Lo que esté sintiendo en el momento en que me lo cuente se va a incorporar a su recuerdo, por eso es muy importante que nosotros le transmitamos tranquilidad y admiración. Es como un archivo que vuelvo a escribir y le doy a guardar. Le va a quedar el nuevo», explica Sara Bosch con un ejemplo clarificador.

Pueden ver tristeza, pero no drama

Los pequeños captan las emociones y les condiciona en su forma de entender la realidad. Durante las expresiones de duelo posteriores a la tragedia, gran parte de los menores de Newtown estuvo presente y compartió el dolor con los adultos. «Un niño nos puede ver llorar, sí, para él es muy normal, no se asusta por eso, y es bueno que vea que la tristeza y el miedo son emociones legítimas, pero nunca debe ver drama», mantiene. A un niño de siete u ocho años se le puede preguntar si quiere acudir a un funeral u a otra expresión de duelo, pero explicándole siempre en qué consiste y dándole la oportunidad de marcharse cuando lo desee. Si son más pequeños es mejor que no acudan, sobre todo si «hay emociones muy intensas o la posibilidad de que algún adulto pierda el control».

Su percepción de la muerte es distinta a la de los adultos y, de hecho, hasta los 10 años piensan que no es irreversible. El hecho de que no hablen de las personas que han muerto -en este caso sus compañeros- pueden sorprender, pero es «normal». Se debe a su mecanismo defensa que se llama «disociación», se desconectan de esa «vivencia porque no tienen recursos para afrontarla y eso favorece que no se graben ciertas emociones», explica Bosch.

Cambios de comportamiento

Los niños que han sufrido experiencias de gran estrés emocional pueden comenzar a tener reacciones que resulten preocupantes, pero que son normales. Pueden sufrir retrocesos a una etapa más infantil (en el lenguaje o hacerse pis), cambios de carácter, irritabilidad, pérdida de apetito… Es importante seguir con la rutina habitual, que vea que su vida continúa. Si los cambios en su personalidad son muy fuertes hay que tratar de que «reconecte consigo mismo» y ayudarle a recordar su manera de ser llevándole, por ejemplo, a los lugares o actividades que le gustan. Instarle poco a poco a que recupere su autonomía. Si pasados tres meses hay conductas que persisten, es recomendable buscar ayuda profesional.

Y ese regreso a la normalidad en el caso de los alumnos del Sandy Hook, incluye, pasado un tiempo, la vuelta a clase. Para ellos, el colegio, aquel lugar de juego y aprendizaje donde se sentían seguros, se convirtió en menos de 20 minutos en el escenario de sus peores pesadillas. ¿Es conveniente regresar? Sara Bosch no duda. «Yo con mi hijo sí lo haría. La vida sigue y afrontar una circunstancia implica prestarle atención, si hacemos como si no hubiese sucedido no vamos a conseguir que mentalmente se procese. Sí hay que organizar la vuelta al escenario para canalizar emocionalmente las cosas. Si les sacamos del colegio les estamos diciendo que es un lugar peligroso, y entonces…¿los alrededores también?, ¿el parque, mi casa también? Lo que es peligroso es una persona con un arma, pero el lugar no tiene la culpa».

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/12/28/noticias/1356683619.html?cid=GNEW970103

Este sitio tiene la finalidad de proveer información jurídica actualizada que muestra los pasos tomados por la comunidad internacional y por cada país en la lucha contra el terrorismo.

Esta base de datos contiene la versión completa de los cuerpos legislativos referentes al terrorismo y proporciona una información integral sobre convenciones, resoluciones y legislación nacional al respecto.

También ofrece acceso a leyes modelo, guías legislativas y otros instrumentos jurídicos que permiten prestar asistencia a las autoridades nacionales para que establezcan sus estructuras jurídicas y la legislación necesaria para implementar el marco jurídico internacional contra el terrorismo.

https://www.unodc.org/tldb/es/index.html?

El Guía (Morchid) seguirá siendo Guía para la eternidad aunque haya fallecido el 13 de diciembre, pero Justicia y Espiritualidad ya tiene un nuevo líder. Mohamed Abbadi, de 63 años, fue designado en Nochebuena secretario general de la formación islamista con más capacidad de movilización en Marruecos cuyas autoridades la toleran, pero no la legalizan.

Abbadi sustituye al fundador, Abdessalam Yassin, que falleció a los 84 años y cuyas exequias en Rabat dieron lugar a la mayor concentración humana tras el entierro del rey Hassan II en 1999. Hubo más de cien mil personas en la calle en su gran mayoría varones.

Abbadi fue nombrado secretario general por el Consejo Orientación de la organización que también decretó que el difunto Yassin seguiría siendo su Guía eterno, mientras que el mandato de su sucesor será de cinco años. Su designación se hizo de manera un tanto opaca sin que se sepa si había otros candidatos ni si hubo votación y cuantos sufragios obtuvo.

Profesor de ciencias políticas en la Universidad de Oujda, en el este del país, Abbadi ha sido varias veces encarcelado por su militancia islamista. Era desde hace años el número dos de la organización. Su yerno, Said Mehdi, es el imán del Centro Islámico de Cartagena. Justicia y Espiritualidad tiene una rama en España que actúa bajo el nombre de la Organización Nacional para el Diálogo y la Participación, con sede en Leganés (Madrid).

El nuevo líder islamista se dedicará, como su predecesor, a cuestiones espirituales y educativas de los miembros de este movimiento de inspiración sufí y por tanto no violento. A su lado tendrá a un secretario general adjunto más político, Fathallah Arsalane, que hasta ahora era el portavoz de la organización.

Esta bicefalia demuestra que Justicia y Espiritualidad seguirá actuando en política sin participar en las instituciones. A lo largo del año pasado sus militantes se incorporaron, por ejemplo, a los cortejos de protesta que recorrieron Marruecos incitando al rey Mohamed VI a someter a referéndum una nueva Constitución.

“Ha quedado claro que la muerte de Yassin no significa el fin del movimiento”, recalca Mohamed Darif, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Mohamedia. “Su fuerza radica en su organización y disciplina”, prosigue. “Cuenta con centenares de cuadros bien formados que crecieron a la sombra de Yassin y que tienen una visión clara de su futuro”, concluye.

¿Se convertirá el movimiento en un auténtico partido político como lo desean muchos de sus jóvenes y también algunos de sus responsables más veteranos? Hace años ya Yassin propició la creación de un Círculo Político descrito a veces como el embrión de un partido. Ahora muchos de sus militantes vaticinan que tendrían mucho éxito no solo a causa de su poder de atracción sino del desgaste de sus rivales los islamistas legales del Partido de la Justicia y Desarrollo (PJD).

Cuando le faltan días para cumplir un año desde que se formó, el Gobierno de Marruecos, que por primera vez encabeza un islamista, Abdelilá Benkiran, ha perdido credibilidad porque no ha puesto en práctica muchas de sus promesas ni ejerce plenamente las parcelas de poder que le otorga la nueva Constitución. Benkiran es el líder del PJD.

En la senda de la transformación de Justicia y Espiritualidad en partido hay, sin embargo, un obstáculo infranqueable. “El Estado no les legalizará mientras ellos no reconozcan al rey como jefe espiritual de los creyentes”, reiteraba en Twitter Abdalá Tourabi, experto en el islam marroquí.

Yassin ya negoció años atrás con emisarios de Hassan II la legalización de su movimiento, pero el escollo real resultó insalvable. Las exequias de Yassin ilustraron de nuevo el desencuentro entre la monarquía y los islamistas. Sí algún ministro acudió a dar el pésame, el palacio real no estuvo representado y el rey tampoco hizo llegar un telegrama a la familia.

Apodado el Príncipe Rojo, Moulay Hicham, primo hermano del soberano, sí envió un mensaje a Nadia Yassin, hija del líder, en el que expresa su “profundo respeto por el difunto jeque, sus valores, sus cualidades y el carácter justo de su lucha”. También persiste el desencuentro entre Moulay Hicham y Mohamed VI.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/12/24/actualidad…

Azawad, el Estado islámico independiente implantado en el norte de Malí, en pleno corazón del Sahel, se ha convertido en un poderoso imán para jóvenes terroristas de todo el planeta que acuden allí para cumplir su sueño yihadista y en busca de un sueldo seguro, según señalan informes confidenciales de varios países europeos a los que ha tenido acceso EL PAÍS. Los grupos terroristas que dominan Kidal, Gao y Tombuctú cuentan con unos 2.500 hombres reclutados en los últimos meses y cuyo principal interés es el “dinero”.

Malí, con 15 millones de habitantes y una renta per cápita de dos euros diarios, no ha dado un solo paso para la reconquista del territorio perdido. Las antenas de inteligencia de la UE en el país africano describen en sus informes un escenario desolador: un poder tricéfalo que impide la toma de decisiones, una élite religiosa muy cercana a los radicales, un Ejército en decadencia al que no se puede enviar al combate y una policía “desorganizada y corrupta”. Solo la intervención internacional puede liberar el territorio perdido, pero los informes de la UE aseguran tajantes que una acción militar con alguna posibilidad de éxito no es posible antes de marzo de 2013. Los expertos militares estiman que son necesarios seis meses para entrenar a un Ejército de 3.000 hombres y cifran el coste económico en más de 70 millones de euros.

¿Cuál es el territorio real que controlan los islamistas en Malí? Las dos terceras partes del territorio limitado al sur por la línea Seré-Douentza está en manos de cuatro grupos rigoristas: Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), el Movimiento Unicidad por la Yihad en África Occidental (MUYAO), Ansar Dine y el Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA). Han implantado la sharía, ley islámica, y sus posiciones son cada día más radicales. Se amputan manos y pies a ladrones, las infidelidades matrimoniales se castigan con latigazos y las mujeres no pueden mirar a los ojos de un hombre. “Es peor que Afganistán durante el régimen talibán”, dice un oficial antiterrorista que reside en Bamako.

Los informes aseguran que en las últimas semanas se han sumado a este cóctel de siglas yihadistas egipcios y sudaneses equipados con armas libias. También numerosos jóvenes malienses del sur a los que ha llegado la noticia de que en Azawad se pueden ganar sueldos de hasta 300 euros al mes. Un ejército yihadista internacional que ya se entrena para frenar el asalto que llevarán a cabo las tropas de la Comunidad Económica de ….

La reconquista del norte de Malí contará con la ayuda de países no africanos en formación de las tropas, información de inteligencia y apoyo logístico, especialmente aéreo, sin el que sería imposible tomar las ciudades ocupadas. Pero toda la ayuda que llegue a Bamako no servirá de nada si no se logra una mínima estabilización en el funcionamiento de las instituciones del país, según afirman los informes confidenciales de la UE. Y la descripción que hacen del poder tricéfalo que domina Malí es muy negativa. Un poder que bascula entre Dioncounda Traoné, presidente interino de la República que regresó en julio después de una larga convalecencia médica en Francia; el primer ministro, Modibo Diarra, y el capitán Amadou Haya Sanogo, presidente de la junta militar golpista que derrocó al presidente Amadou Tumani Turé, que ha impuesto el nombramiento de los principales ministros e influye en numerosas decisiones del Gobierno.

“¿Cómo se va a preparar una operación militar en el norte con un Ejército así?”, se pregunta un militar europeo desplazado en la capital

Los malienses hacen patente cada día su desconfianza y resentimiento hacia su raquítico Ejército, unos 7.000 hombres; en las calles de Bamako y de otras grandes ciudades, los soldados deambulan sin orden ni concierto y abusan de su condición, según numerosas denuncias; la policía carece de organización, el único controlador que luchaba contra la corrupción ha sido apartado y muchos de sus integrantes son corruptos hasta el punto de que los controles que se levantan en las calles son para extorsionar a sus víctimas. Una situación inquietante que preocupa a todos los enviados de la UE desplazados en Malí. “¿Cómo se va a preparar una operación militar en el norte con un Ejército así?”, se pregunta un militar europeo desplazado en la capital.

El ambicioso capitán Sanogo controla el desprestigiado aparato militar. Ha sido nombrado presidente del comité militar encargado de reformar las fuerzas de defensa y seguridad, pero su comportamiento solo levanta desconfianza en los observadores internacionales. Hace varias semanas ascendió a comisario a jóvenes sargentos de policía recién salidos de las academias, todos próximos a sus acólitos. El decreto del Ministerio de Seguridad fue anulado ante la presión de otros policías que salieron a las calles disparando sus armas.

La legitimidad de la Guardia Nacional se ha evaporado por las deserciones de soldados que han huido de sus cuarteles robando armas y se han unido a los yihadistas que controlan las regiones del norte, una zona cuya seguridad dependía de este cuerpo dirigido ahora por el coronel Moussa Diawara. De los demoledores informes de la UE solo se salva la Gendarmería, que dirigen los coroneles Diamou Keita y Sambou Diakite.

El Estado y las clases política y económica conviven bajo la extorsión de los militares del capitán Sonogo y casi nadie parece decidido a dar pasos hacia una democratización. Sin sociedad civil y con una clase política desaparecida, el Alto Consejo Islámico juega un papel más influyente del que debería corresponderle. Algo que preocupa a la UE por el gran peso que el movimiento wahabí (rigorista en la aplicación de las leyes islámicas) tiene sobre este consejo. Ante la atonía general, los informes alertan de la creciente influencia en la población de los imanes radicales y lo que esto puede suponer en un futuro Gobierno.

Cóctel de siglas y nuevos objetivos

Los cuatro grupos terroristas que dominan el norte de Malí tienen ambiciones de extender su influencia a otras áreas del país y a los países vecinos, según señalan los informes de la UE. No obstante, los militares y oficiales de los países europeos coinciden en que el principal objetivo de los islamistas es consolidar su control ideológico, administrativo y militar de la zona ocupada antes de emprender nuevas aventuras.

Los islamistas aseguran estar dispuestos a negociar si se implanta la ley islámica en todo el país y cada grupo busca reforzar su posición en las ciudades ocupadas. No faltan las rencillas por repartirse el botín. El MLNA, que declaró la independencia de Azawad en mayo de 2012, ha sido expulsado de las principales ciudades del norte por los otros tres grupos terroristas y su papel es cada vez más ambiguo; los tuaregs de Ansar Dine mantienen contactos con el Alto Consejo Islámico de Bamako; el Movimiento Unicidad por la Yihad en África Occidental que dirige Oumar Ould Hamaha domina Gao y Douentza y lo integran malienses, nigerianos, saharauis, mauritanos y senegaleses.

El activo Al Qaeda en el Magreb Islámico vive importantes cambios. El argelino Jemal Oukacha, alias Abu El Hammam, ha ocupado el puesto del fallecido Nabil Makhloufi y Moktar Belmoktar ha sido apartado por el dirigente Abdelmalek Droukdel. Los informes de la UE afirman que los cambios obedecen a un endurecimiento en la organización.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/12/01/actualidad…

Las líneas que hace años separaban a la Agencia Central de Inteligencia y al Pentágono se han ido diluyendo gradualmente a medida que las dos guerras que Estados Unidos abrió en la pasada década han ido tocando a su fin. Cerrado el frente iraquí e iniciada la retirada en Afganistán, la Casa Blanca ha aceptado dotar a la CIA de mayor autonomía para dar caza a supuestos terroristas en el extranjero, sobre todo con un notable aumento de su flota de drones o aviones controlados de forma remota. Además, considera autorizar un incremento de la red de espías de la que dispone el Pentágono, para ejercer un mayor control sobre los refugios de Al Qaeda en la península Arábiga y el este y el norte de África.

La dilución de las fronteras que durante las últimas décadas del siglo XX tan claramente separaron a la CIA y al Pentágono ha culminado durante los mandatos de George W. Bush y, sobre todo, Barack Obama. La Agencia ha tomado cada vez parte más activa en la ofensiva contra el yihadismo internacional, y ha expandido notablemente su programa de ataques con misiles lanzados desde drones, en muchas instancias con la cooperación del Ejército norteamericano. En verano de 2011, Obama nombró al exdirector de la CIA Leon Panetta jefe del Pentágono. En movimiento inverso, un condecorado general, comandante de las misiones en Irak y Afganistán y jefe del Comando Central militar, David Petraeus, fue nombrado jefe de la CIA.

Petraeus dimitió el pasado 9 de noviembre, después de admitir una relación extramatrimonial con su biógrafa. Su legado en la CIA será duradero. Antes de salir pidió a la Casa Blanca un refuerzo de la flota de drones de la Agencia, para poder efectuar ataques más allá de los objetivos habituales en Somalia, Yemen y Pakistán. La Agencia y el Pentágono tienen sus miras puestas en Malí y Libia, dado el incremento de la actividad en la zona del grupo Al Qaeda en el Magreb Islámico. Fuentes de la inteligencia norteamericana aseguran que la flota de drones de la CIA no supera en este momento los 35. Petraeus solicitó una decena más.

“Hay una tendencia general de incremento del uso de dispositivos de ataque controlados de forma remota, y un cada vez menor uso de grandes contingentes militares. La nueva forma de hacer la guerra implica un aumento del uso de comandos de operaciones especiales y fuerzas expedicionarias y de asalto anfibio, un mayor papel de la CIA Y más analistas militares”, explica el profesor Paul Rogers, especialista en seguridad internacional de la Universidad de Bradford. “Creo que no veremos en un futuro próximo un nuevo despliegue de contingentes de más de 100.000 soldados en un teatro de guerra, como sucedió en Irak y Afganistán”, añade.

La CIA, cada vez más militarizada, tiene su propia lista de nombres a los que tiene autorización de aniquilar. En septiembre de 2011 logró un notable éxito al matar en Yemen al clérigo Anuar el Aulaki, de nacionalidad norteamericana y uno de los mayores propagandistas de la red de Al Qaeda. El Ejército también tiene su lista de objetivos legítimos, que cada martes se somete a revisión por parte de unos 100 analistas de seguridad del gobierno. Estos recomiendan al presidente la eliminación o adición de nombres a esa lista, en un protocolo que en la Casa Blanca se conoce como “martes de terror”.

Los ataques contra esos objetivos se suelen ejecutar con misiles lanzados desde drones. Desde 2002, EE UU ha ejecutado hasta 494 misiones con drones en Pakistán, Yemen y Somalia. La CIA tiene un papel protagonista en Pakistán, que nominalmente es un aliado de EE UU pero cuyos servicios de inteligencia han asistido a la insurgencia talibán huida de Afganistán tras 2001. Normalmente, el presidente Obama autoriza personalmente cada ataque en Yemen y Somalia, pero sólo se le informa de un tercio de las misiones en Pakistán. El Ejército emplea también esos aviones remotos para operaciones de espionaje y ataque en Afganistán.

La CIA y el Comando Conjunto de Operaciones Especiales del Pentágono cooperan en muchos de esos ataques. La Casa Blanca no ha admitido en público la existencia de su programa de drones, por motivos de seguridad nacional. Por ello, no hay indicios de si, en operaciones conjuntas, se siguen los protocolos de actuación de la CIA o de las fuerzas armadas. En muchas instancias, como el ataque del viernes en el que EE UU aniquiló en Pakistán a Abu Zaid al Kuwaiti, uno de los nuevos líderes de Al Qaeda, no queda claro inicialmente si el drone empleado es de la CIA o del Pentágono. A pesar de ese secretismo, la Casa Blanca suele incidir en sus filtraciones en el hecho de que el número de víctimas colaterales suele ser casi inexistente.

“Esa afirmación no tiene sentido”, asegura el abogado norteamericano Clive Stafford Smith, que dirige la organización de derechos humanos Reprieve. “No saben lo que hacen, porque la información de inteligencia en el caso de Pakistán, por ejemplo, viene de la gente a la que le pagan para recibir esos datos de inteligencia, que son los mismos que les ofrecen información falsa en un primer momento. El problema mayor es que los drones aterrorizan a regiones enteras, algunos de ellos planeando 24 horas al día sobre algunas comunidades”.

Tras dos guerras que han acabado siendo notablemente impopulares, y en las que han fallecido más de 6.500 soldados norteamericanos, el Pentágono también busca modos de abrir vías de futuro, centrado en tácticas antiterroristas. El 20 de noviembre, en un discurso en Washington, el secretario de Defensa avanzó la vía de ruta de la próxima década. “La campaña contra Al Qaeda tendrá lugar fuera de zonas declaradas de combate, empleando tácticas que dejen poco rastro, con operaciones de precisión”, dijo Panetta.

Para ello, el Pentágono busca reforzar su propia rama de espionaje, la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA, por sus siglas en inglés). Este mismo mes, Panetta le pidió a Obama que le permita reclutar a 1.600 nuevos espías, lo que doblaría el tamaño de esa agencia. El razonamiento: la CIA ha sido tan efectiva dando caza a terroristas en el extranjero, que el poderoso Ejército norteamericano quiere ser más como la ella, y menos como unas fuerzas armadas al uso.

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