‘Big Data, Big Brother’

Publicado: 09/06/2013 en Noticias Internacional
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En septiembre se inaugurará ‘La Colmena’, en el estado de Utah

Será un enorme centro de interceptación, proceso y almacenamiento de datos
Su construcción ha costado 1.500 millones de euros

Por mucho que a los bienpensantes les dé una lipotimia al descubrir que el Gobierno de Estados Unidos está examinando datos de sus llamadas telefónicas, nadie está dispuesto a hacer nada. Nos gustan demasiado nuestros cacharritos como para renunciar a ellos.

Además, ¿por qué es tan grave que el Estado sepa todo y no lo era que las empresas privadas lo supieran, tal y como expliqué la semana pasada en esta misma columna?

Acaso porque el Estado nos puede meter en la cárcel, lo cual no pueden hacer Google, Facebook o Air France (en su web). Pero en el fondo se trata de lo mismo: la entrega de nuestra privacidad a grandes entes. Y, honestamente, un Estado democrático puede tener más mecanismos de control que una empresa controlada por tres personas (Google), una (Facebook), o… un Estado (Air France).

Hace un año, un estudiante descubrió que Google había desarrollado un sistema para eludir los mecanismos de defensa de la privacidad de los iPhone de Apple. Vamos, que ni siquiera el propio fabricante sabe lo que se puede hacer con sus aparatos. ¿A cuánto ascendió la multa que el regulador estadounidense impuso a Google? A 10 millones de dólares (7,5 millones de euros). ¿Cuanto ganó Google el año pasado? 10.740 millones de dólares (8.230 millones de euros). O sea, que la multa fue el 0.093% de los beneficios de la empresa. O el 0,019% de sus ingresos totales.

La histeria sobre la recolección de datos no debería pillar por sorpresa a nadie. Barack Obama ganó las elecciones de noviembre pasado gracias a la recolección de datos. Es el ‘Big Data’, un término que recuerda al ‘Big Brother’ orwelliano. Hoy en día, todo el mundo lo hace. Y a todos los niveles. No solo de telecomunicaciones. Cada día, Estados Unidos recolecta información biométrica (iris y huellas dactilares) de 300.000 personas en sus aeropuertos.

En septiembre, EEUU inaugurará un centro de datos en el desierto de Utah en cuya contrucción ha invertido 1.500 millones de euros y que tiene una superficie de 150.000 metros cuadrados, o sea, 15 campos de fútbol. Su misión será interceptar, analizar y almacenar información transmitida de forma electrónica en todo el mundo.

Desde enero, India está embarcada en el mayor programa mundial de obtención de datos biométricos: en total, los 1.200 millones de habitantes de ese país van a tener los iris de sus ojos y sus huellas dactilares en bases de datos del Estado. Y, por cierto, tenga en cuenta una cosa: muchos años después de que usted se haya muerto, Facebook seguirá teniendo la información que usted le ha dado. Da igual que sus deudos hayan desmantelado su perfil.

Condiciones de privacidad

Nadie combate esto. Y el sistema está evolucionando cada vez más en esa dirección. Un estadounidense visita, en promedio, 1.462 páginas web cada año. Leer todas las condiciones de privacidad de esas webs le llevaría 240 horas. O sea, 10 días enteros, con sus noches. Es una estimación de Disconnect, una web que le ofrece ayuda para algo que debería ser tan simple como «borrar totalmente sus cuentas de la mayor parte de los sitios web». Por supuesto, para contar con la ayuda de Disconnect hay que registrarse primero en su web.

Casi todas las empresas lo hacen. Entre las contadas excepciones, paradójicamente, estamos los periódicos, que hemos renunciado en gran medida a usar nuestras webs como fuente información de los perfiles de los lectores (a qué hora entran, desde dónde, con qué aparatos, qué miran, de qué webs proceden, a qué webs van, dónde hacen click, etcétera). Como consecuencia, la publicidad esta yéndose de forma masiva a Facebook, Google y otras webs.

Todo esto está sucediendo con la pasividad borreguil de usted y yo. Estamos sentando las bases técnicas para una dictadura perfecta público-privada. Otra cosa es que eso pase o no. Pero, si acabamos ahí, no podremos argüir que nadie nos lo había dicho.

http://www.elmundo.es/elmundo/2013/06/09/economia/1370745017.html

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